martes, 29 de junio de 2010

que por ellas habría de volar

que por ellas habría de volar
 iaIr menachem, Tamuz 5770


enfermos de fugacidad, nadie se da cuenta que caemos.
y sólo resta un corazón a decir lo que callaste,
a hacer justicia por quien fuiste.
hay para cada quien un día en que nacer de nuevo
(como los ciclos del cosmos todo
en que estrellas, la semilla y el clamor se regeneran).

a veces, huelgan las fuerzas, y entonces,
la contrariedad se hace poema. ves en los rostros viejos
semblantes nuevos aquéllos que olvidaste,
que acaso nunca fueron y recuerdas,
que quizá los evocaste y hoy nacieron.

a veces, el vacío hace sombra que soñaste
para los cuerpos capaces de tu luz.
y entonces, apagada, tu alma fulge de repente:
quema ropas y verdor y extravíos,
traspasa trinos y aromas poco bellos
con certeza brutal hacia tu invierno.

roba las caras y más caras de tu historia;
no se amedrenta por mezquindad alguna.
bajo el santo está el perverso y el que se sabe santo,
bajo la cima fatal está el tormento.
y en la cima rubicunda del encuentro está el amor
que profiesas a sabiendas por el viento.

y de las cumbres que dijiste
resta una vida ignorada por el aire, por el mar,
por las alturas y los valles que te saben
ciego de teorías que dicen respirar por tí.

entonces toca el grito, en medio de la noche,
silente y estridente por los mohos que nací.
entonces toca el grito impune y doloroso
por los días que perdiste y me perdí.

y tras el grito esa risa en que te veo
supliendo cuanto fue porque no fui.
y de la noche amorosa nace un día
que de lunas y poemas, que de espumas,
responderá a las preguntas que olvidé preguntar,
será de amores que olvidé soñar;
conjugará las pasiones que creí
en tiempo de vidas que no supe dar,
y será de palabras nuevas que escribí
cuando no sabía que por ellas

habría de volar.

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