jueves, 23 de abril de 2009

hoy, de sombrero volteáo


hoy, llevo puesto un sombrero volteáo, de esos de agua calma sumida en alas de círculos concéntricos -de que se viste el guijarro que Blanca tiró al río-; gusto creer que bajo un ceibo en flor, en la sierra de ánimas mías, de una orilla conocida.

hoy, recién empieza el día y anochece, y el sombrero de mis círculos de agua transparente y oscura camina mis pasos entre suelo y cielo, que abrasan de lejos y me queman los labios de ganas de decir, justo ahora que estoy solo, y el agua no alcanza a mojarme porque no he atrevidos los suyos míos entre tantos fuegos rojos y naranjos y azul ardido que violentan; ni de allende sus velos he pedido más que para soñar, allá en lo alto del volteáo; y el volteáo, moja y refleja.

hoy es día que ya fue -me dijeron al despertar- y que puedo guardar para mañana, para cualquier otro día en que halle por fin el corazón entusiasmo capaz de desdeñar a la esperanza; porque si hay hoy completo y consistente hoy no hay mañana, y sólo hoy será mañana, sólo hoy siempre: cuando un agujero negro delicioso del instante que crece y crece en valor e intensidad vital hasta que se come todo tiempo que hayamos dejado vacante -cada día, cada paso y vacilación-, vacío por aburrimiento u por ceguera y aún por estas lágrimas inanes. la inmensa máquina de vida de corazón entero scaneó entonces mis días para rescatar el tiempo que perderé en soñar mañanas insensatos que, por misericordia, en círculos concéntricos, nacen de las aguas hoy. y en ráfaga se unen para siempre todo lo visto y enumerado y sufrido y deformado y lo vivido, en un sentido nuevo que, claro, mientras hablo desde este lado, no podré oler.

serán hoy, ¡hoy que ya termina!, y me quedó entero sin usar porque el mundo giró sin mí, y al cabo, todo sabe igual pero más lento, porque vengo con el sombrero volteáo de presente nuevo y más atrás
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(de Shraga Jazan)

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